 We are researching the history of one of polo's most colorful characters --
Manuel Andrada El Paisano. At first, he wasn't allowed to play polo. Then he
could play, but with no stick. He was told to "just take the man." Then one
day, they gave him a stick, and in his first game, he scored 12 goals. In 6
years, he went from 0 to 9 goals in Argentina (and 10 in the rest of the
world). He won the Argentine Open 6 times on 6 different teams. He won the
1936 Olympics in Berlin. At age 74, he was still playing off 4 goals. Now
the Paisano Polo Club has been opened in Rio Cuarto, Argentina.
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IN SPANISH
La
Copa República Argentina - Una tradición de tres generaciones - Juan Manuel
y Agustín Andrada, los bisnietos del Paisano, ganador de la medalla de oro
en Berlìn en 1936, jugaron su primer partido en Palermo El desenlace
final de un partido en Palermo no es habitual; Agustín Andrada, con su
equipo Río Cuarto El Paisano, acaba de perder 30-1 ante Saladillo en la
cancha 1. Sin embargo, el chico de 17 años no puede desdibujar ni un segundo
la sonrisa que le cubre el rostro. "Tuve una emoción enorme cuando vi el
cartel con la formación del equipo. No lo podía creer". ¿Qué había de
especial? Además que su nombre y el de su hermano Juan Manuel (22) figurasen
por primera vez en ese cartel histórico, hay un detalle mayor: son bisnietos
de Manuel Andrada, inmortalizado para la historia con el apodo de Paisano,
integrante del equipo argentino olímpico de polo, ganador de la medalla
dorada en los Juegos de Berlín, en 1936. "Después de tantos años el apellido
volvía a estar en el cartel", decía conmovido Agustín, integrante del equipo
que se completó con Ignacio Tejerina y Martín Echeverría. El fantasma de
Manuel Andrada sobre vuela Palermo. Una de las tribunas de la cancha 2 lleva
su nombre y, además, en el estadio se eleva orgulloso el Roble Olímpico, el
árbol que él y sus tres compañeros de la conquista de Berlín, Luis Duggan,
Roberto Cavannagh y Andrés Gazzotti, con Andrada como back, trajeron de la
Selva Negra alemana y lo sembraron en el Campo Argentino. "Yo soy el nieto
del Paisano", se presentó orgulloso Juan Manuel, que oficia de coach en el
equipo de los dos bisnietos. "En mi casa de Río Cuarto tengo todos los
recortes de mi abuelo de El Gráfico y LA NACION; cuando triunfó en Berlín y
de las crónicas de los seis títulos que logró en Palermo" (N de R: ganó dos
con Santa Paula, y uno con La Rinconada, Tortugas, Los Indios y El Trébol).
"Y perdimos", resumió Juan Manuel (h.) luego de la paliza, pero,
paradójicamente, remata: "Tengo una línea menos en la agenda. Acabo de
cumplir un sueño". No importa la derrota. Tampoco el dinero perdido. Papá
Juan Manuel cuenta: "La remamos mucho, bien de abajo. Perdemos mucha plata
en esta semana de la Copa República. Por suerte la AAP nos ayudó con el
flete. Y creo que notaron nuestro entusiasmo y nos dejaron la cancha 1,
cuando creo que nos tocaba la 2". La Copa República permite enfrentar a
equipos débiles con fuertes y establecer la diferencia de handicaps para
emparejar el juego. Es como si Boca enfrentase a Sacachispas y comienza
perdiendo 5-0. A veces, en el polo vencen los Sacachispas. Esta vez, los 18
goles iniciales en favor de Río Cuarto no sirvieron: en la ventaja,
Saladillo ganó 30-19 (30-1 en el abierto), en un partido por el Grupo C. Del
partido en sí no hay mucho por decir. Loro Piana tiene al mejor patrón del
presente, el italiano Alfio Marchini, que ganó este certamen el año último,
más la experiencia de Milo Fernández Araujo y el entusiasmo de dos promesas
como Martín Espain y Agustín Nero. Y, por supuesto, muchos mejores caballos:
"Le tuvimos que dar uno al árbitro y nos quedamos con 20 para todo el equipo...
para todo el torneo", comentó el coach. A los 2m07s del quinto chukker, con
un gol de Milo Fernández Araujo, Saladillo pasó al frente por primera vez y
se puso 20-19. Sí, hubo un gol de los perdedores, a los 2m20 del primer
parcial. "Yo tiré el backhander y por suerte entró", dijo Agustín, siempre
sonriente. Y con el orgullo de mantener encendido un apellido glorioso para la historia del polo. (Por Carlos Beer). |